¿Por qué descolonizar nuestros afectos?
Construir proyectos afectivos éticos y sanos, de forma comunitaria, libertaria para escapar de las imposiciones coloniales que encasillan el amor en matrimonio, familia o cis-heterosexualidad obligatoria.
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En los últimos meses, las redes sociales se han llenado de comentarios de todo tipo en relación a los vínculos pasados de Shakira y Miley Cyrus. En muchos de ellos, se mencionan cosas como: “si era amor verdadero, debieron aguantar todo”, “ella le está haciendo un daño a sus hijos”, “el amor todo lo puede, no tenían que divorciarse”. Pero, ¿qué tiene todo esto que ver con la necesidad de descolonizar los afectos?
La forma en la que socialmente se nos ha enseñado a dar afecto, a disfrutar de nuestros deseos, a ejercer -o no querer hacerlo- las maternidades, las formas de crianza y hasta, incluso, vivir nuestras tristezas, se ven atravesadas por ideas colonialistas que existen desde hace siglos. Por esta razón, pensar en descolonizar estos procesos puede ser una forma amable y ética de tirar el sistema patriarcal que nos oprime.
El amor también debe ser analizado en su dimensión política. Debemos pensar en cómo el amor es un mecanismo de control que organiza jerárquicamente lo social a través de categorias como el sexo, el género, la raza, la clase e, incluso, la edad. El amor se nos impone como un régimen obligatorio y colonizante, utilizado para el control social, político, económico e ideológico especialmente de las mujeres.
Se nos bombardea con mitos para creernos seres dependientes en términos emocionales, a través de dispositivos como la heterosexualidad, la monogamia, la construcción del erotismo y el romanticismo. Se nos impone la forma en la que debemos de amar, por lo que la alternativa que tenemos es encontrar propuestas éticas-políticas que generen otras formas de cuidados y afectos y que desplacen del centro a la pareja como colonialmente se ha entendido.
El racismo también nos quita la posibilidad de pensarnos en relaciones lejos de la blanquitud, de la monogamia, de la heterosexualidad y de cualquier modelo relacional que no le sea funcional al sistema que se beneficia de esto: el capitalismo.
Los procesos coloniales son la base económica del capitalismo que tiene como fin someter y despojar material y simbólicamente a los pueblos colonizados. A través del uso de la fuerza de trabajo de indígenxs, negrxs y mujeres explota los territorios, los entornos naturales y las vidas de las personas colonizadas, y enriquece a los colonizadores. El capitalismo colonial, hoy en día, también atraviesa las formas en las que nos amamos.
Descolonizar nuestros afectos no sólo debe relacionarse con vivir no-monogamias, sino también con entender cómo la imposición de la nuclearización de la familia fue de gran apoyo para desarticular los lazos comunitarios de los pueblos originarios, mismos que deben ser recuperados para marcar un cambio en el concepto de “amor romántico” que, vale la pena mencionar, va directamente ligado a la sexualidad, el matrimonio y la obligatoriedad de la maternidad. Esto último es útil para el crecimiento del capital y la acumulación de la riqueza.
El amor romántico se nos presentó como un modelo civilizatorio, el único posible, alimentado de otros poderes que se nos muestran como voluntarios pero que, en la mayoría de contextos, siguen resultando obligatorios. Las consecuencias de este tipo de amor son: la romantización de la violencia, la negación pública de que las mujeres somos víctimas de asesinatos, violaciones, desapariciones, secuestros, acoso en la calle y en el trabajo, señalamientos misóginos y machistas en medios de comunicación y un sin fin de violencias que deja números alarmantes de mujeres muertas a manos de maridos, novios, pretendientes, exnovios u hombres que dijeron “amarlas”. Todo como colaboración patriarcal donde se justifica la violencia y se culpa a la víctima.
Seamos parte de los nuevos movimientos de resistencia que nacen como respuesta a los mitos sostenidos por el “amor romántico” y los otros modelos coloniales como la heterosexualidad, la monogamia, el deseo erótico y el deseo maternal como obligatorios. Elijamos amores éticos, libres del ejercicio de poder y jerarquías, lejos del control del Estado mediante la figura del matrimonio y la centralización de la familia.
Generemos propuestas libertarias, descentrelicemos el amor, construyamos proyectos afectivos éticos, sanos y amatorios de forma comunitaria, desprivaticemos los afectos, el cuerpo, la sexualidad. Busquemos el rescate de nuestra autonomía, quitemos el poder a las redes que, con interés capitalista e imperial, buscan aprovecharse de las creencias coloniales del amor.
¿Por qué descolonizar nuestros afectos?
Escrito por: Sarahí Rivera
Leído por: Valeria Angola
Sarahí Rivera
Licenciada en derecho por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, con experiencia en derechos humanos, género y feminismos. Apasionada por las artes, por la lucha colectiva, por los afectos. Litigante, investigadora y terca.