Lección de vuelo universal: sobre la identidad en Song of Solomon de Toni Morrison
“Si te rindes al aire, puedes cabalgar en él.”
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Toni Morrison, única mujer negra en el extenso y eurocentrista listado de los Nobel de Literatura, afirmaba en ocasiones que no se consideró seriamente como autora sino hasta su tercer libro, Song of Solomon, de 1977. Ni siquiera cuando antes había publicado el profundamente conmovedor y devastador relato de la pequeña Pecola en The Bluest Eye (ahora un libro clave de la literatura norteamericana), o de cómo el retorno de una amiga de la infancia crea una ruptura moral y normativa en una comunidad imaginaria del Medio Oeste de Estados Unidos en Sula. “Soy una madre y editora que escribe”, decía Morrison, afirmación que modificó en 1977.
Por un tiempo eso me extrañó, ¿qué pudo haber adquirido en Song of Solomon que le hizo finalmente sentir seguridad literaria? Pero creo que más que adquisición (esa parte es el honor que vivimos sus lectores), lo que vivió fue la confirmación de la substancia de su obra, los hilos temáticos que abarcarían su camino como escritora; y mucho más importante, escritora mujer; y aún más importante, escritora mujer negra.
La experiencia negra adquirió en su literatura una exploración de identidad, género y poética tan poderosa y universal que le fue irresistible a todos los públicos de su época hacerla un best-seller nacional; y a la propia Academia Sueca hacerse de una magnífica excepcionalidad. Estos públicos continúan expandiéndose conforme descubren su obra.
La consagración le fue constante a Morrison en cada nuevo libro. De Tar Baby en 1981, le siguió su novela más famosa, Beloved, 1987, la historia de una mujer que asesina a su propio bebé para salvarle de las fauces de la esclavitud, bebé que parece regresar en la figura de una misteriosa muchacha. De once de sus novelas, solamente dos tienen a un hombre como protagonista. Frank Money en Home, de 2012, y el siguiente.
Basada en relatos populares afroamericanos sobre esclavos que escapaban volando de regreso a África, Song of Solomon es la historia de Macon “Milkman” Dead, un joven alienado de sí mismo, con profunda rabia hacia su familia y raíces, consternado hacia su comunidad e historia cultural, dispuesto a desentrañar los secretos, vergüenzas y verdades de sus ancestros.
Perdido entre las figuras de su excéntrica tía Pilatos, las atmósferas de sus barrios, la severidad de su padre, los lazos inusitados con su madre, la obsesión asesina de su amante, Hagar, y las violencias de su mejor amigo, Guitarra, se embarca en un viaje espiritual y físico donde reconecta con su historia pasada y, quizás, recobra su identidad y su propia valía. Y claro, tal vez aprender a volar en el trayecto, en este viaje con y sin retornos, con misterios y certezas, impulsos y reflexiones.
En esta especie de autoexilio, donde pretende encontrar una fortuna familiar oculta (literalmente un tesoro escondido en una cueva), Milkman va topando una tras otra con las historias de sus antepasados, permitiéndole rastrear su ascendencia hasta Shalimar, Virginia (ciudad inventada por Morrison), donde conocerá los orígenes de su padre y el verdadero significado espiritual de su herencia. ¿Les suena familiar? Porque independientemente de los tesoros físicos y pueblos ficticios, muchos estamos empeñados en descubrir nuestra procedencia, ya sea en cuestión geográfica, cultural o espiritual (los adjetivos siguen), el escarbar entre las adversidades de nuestro contexto para hallar el sentido de… lo que sea que estemos buscando. Pero es una de las palabras clave que forjan la historia de Milkman: búsqueda. ¿Y cuál es la búsqueda crucial de nuestra historia personal? Otra palabra clave, quizás la palabra clave: identidad.
Morrison nos presenta el camino de Milkman con sus habituales saltos en el tiempo y una desconcertante prosa poética que le brinda suficientes rodeos para ponerlo a prueba. Y esa prueba es la nuestra. Nos familiarizamos con muchos de los percances de Milkman y de quienes lo rodean, anhelando entrar en la historia cuando creemos vivirla de lejos, pero en realidad estamos incluidos en cada uno de los detalles de su viaje.
Y esto es Song of Solomon, en pocas palabras: la búsqueda de nuestra identidad.
Yo soy un hombre blanco, heterosexual, cisgénero, y sin embargo, puedo encontrarme perfectamente en los entramados de Milkman. Puedo afirmar sin la menor duda que Song of Solomon es la novela de mi vida, mi historia predilecta de la literatura, el libro más extraordinario que jamás he leído. ¿Qué puede ofrecerme Song of Solomon como para afirmar esto, tomando en cuenta mi identidad? Es aquí cuando confirmo la substancia literaria que ha logrado Toni Morrison. A través de la experiencia afroamericana, la experiencia negra, ha logrado transmitir la universalidad, aquella que desborda todo camino personal y colma al lector de todo lo que pudo haber estado buscando en la literatura. Tengo la rotunda creencia de que cada que alguien lee Song of Solomon, sea cual sea su identidad, aprende a volar. Tal cual le sucede a Milkman y a otras en la historia. Una lección de vuelo cognitivo, espiritual, cultural, literario; y bastante literal en definitiva, con la forma de una prosa extraordinaria por su auténtico poder de levitación hacia sus lectores, la prosa de una de las autoras más fascinantes que ha dado la historia de la humanidad. Song of Solomon está dirigida para toda aquella persona que se ha sentido perdida; es decir, para todxs nosotrxs.
Lección de vuelo universal: sobre la identidad en Song of Solomon de Toni Morrison
Escrito por: Alger Landau
Leído por: Marbella Figueroa
Afrochingonas, febrero de 2024
Alger Landau
Productor audiovisual apasionado de la literatura, la investigación, las pelis, la música, lxs perritxs y la naturaleza. He tenido el honor de hacer ‘music videos’ a los artistas británicos Nick Garrie y The Durutti Column. Sé que nací para leer y releer a Toni Morrison y Vladimir Nabokov, y trato de entrarle al piano. ¡Uy, y amo el pozole de mañana, tarde y noche!