El tiempo no corre igual para todxs

por Activismo, Corporalidad

Las implicaciones del tiempo no son las mismas para todxs. Para lxs racializadxs, la vida se escurre esperando el metro, una cita médica o una sentencia justa.  

Escucha el artículo

El tiempo es esperar. El tiempo es esperar en un país mal llamado “tercermundista”, en donde tus derechos ni son claros ni parecen reales. El tiempo en México es esperar, es esperar paradxs en el andén de una estación de un metro que no garantiza las medidas de seguridad primordiales y se excusa en sabotajes y ataques políticos, es esperar más de cuarenta minutos asistencia médica por un “accidente”. 

Ahí no acaba la espera. Sin salas de espera, pero con más de seis horas u ocho meses por esperar en la entrada del hospital: “¡es que no hay insumos, venga la próxima semana!” Esperar a que llegue un convoy que te lleve a un trabajo que paga de ocho a ocho, pero que te agota la vida de doce a doce. Esperar el fin de semana o el domingo para obtener un respiro.

El tiempo en México es esperar 72 horas porque a lo mejor se fue con lx novix, es esperar porque no hay nadie que tome la denuncia o qué tal y te arrepientes o qué tal y aparece.

Insisto, ahí no acaba la espera, porque en México nadie acepta la crisis forense y legal que tenemos. Es preferible que los Colectivos de Búsqueda y lxs familiares de lxs desaparecidxs pasen doce de los doce meses del año buscando en cada orilla del mapa que cambiar y aceptar la incapacidad de sus autoridades.

En México, el tiempo es esperar el fin o el cambio de gobierno para que aparezcan fosas y reaparezcan carpetas de investigación. Esperar es que unx políticx haga campaña para escuchar promesas sin pies ni cabeza, pero por lo menos escuchar el nombre de nuestrxs desaparecidxs, porque en México nos faltan 101, 551 personas.

El tiempo, en un país machista, clasista y racista es pasar más de dos horas frente al espejo, cuidando que no se te note ni la edad, ni el color, ni la cultura, es pasar una y otra vez una esponja con polvo para que no se te note ni el brillo ni la papada ni la contaminación en el cabello.

Es pasar tantas horas cuidando cada detalle para que al final nos cuestionemos: ¿será demasiado? ¿Será prudente usar falda o pantalón? ¿Y si llevo tenis por si tengo que correr? ¿Y si busco cómo hacer un gas pimienta casero?

En México el tiempo es esperar la ubicación de tu mamá, de tu hermana, de tu novia, de tu hija, de tu nieta o de tu amiga, fingir estar en calma para que no se den cuenta que te has memorizado su vestimenta, es esperar su vuelta a casa para abrazarlas como si no hubieras rezado por ellas todo el día.

El tiempo en México es esperar la traducción de tus derechos o la contratación de unx intérprete para poder exigir una vida digna, porque en México no sólo se habla, ni se vive, ni se sueña, ni se siente en español.

Aunque los derechos lingüísticos son derechos humanos, tienes que esperar que alguien te explique que esto es una grave falta a tus derechos. En México hay que esperar un proyecto turístico para que una comunidad indígena aparezca en el mapa. En este país nos ponen a esperar la construcción de un tren, que de Maya no tiene nada, para poner sobre la mesa lo que es el derecho a la consulta y las otras formas de participación en decisiones políticas. 

Para no abusar del tiempo del o la lectora,

quiero finalizar diciendo que en México nos hacen esperar en albergues migratorios con condiciones inhumanas al mismo tiempo que se escucha al presidente celebrar que Estados Unidos no levantó un metro más del muro, mientras sellan y firman deportaciones, mientras tienen a nuestrxs hermanxs contra el piso, mientras toda una nación se enorgullece de que en México no somos racistas. 

El tiempo no es sólo el paso de los segundos, de los días y los años…

El tiempo es todo lo que vivimos en nuestra piel y es todo aquello que nadie tiene el valor de decir en voz alta. El tiempo son vidas perdidas, son rezos, son detenciones arbitrarias, son injusticias, son gritos, son llantos… El tiempo es lo que se nos agota en un país como México por ser mujer, por ser indígena, por pertenecer a la comunidad LGBTQ+, por ser defensorx de la madre tierra, por ser sordx, pobre o migrante. El tiempo sigue corriendo, pero no corre igual para todxs.

Gisela Silvestre

Soy una mujer apasionada por el arte y soy artista, me siento atraída por todas las intervenciones artísticas que causan incomodidad y te obligan a repensarte. Amo escribir, bordar, platicar y pintar. Soy antropóloga social y defensora de derechos humanos, estoy comprometida con la lucha feminista y con los Colectivos de Búsqueda en México.