
Comentario final. Nuestras voces, nuestras semillas, nuestra resistencia
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La metáfora de la vida que espera para florecer resulta bellísima, demuestra que aun en el peor momento de la historia, en el más caótico y hostil, las semillas aún germinan, las flores brotan, las raíces se extienden.
Resulta fascinante el hecho de que existen muchísimas maneras en que la vida logra abrirse paso ante las circunstancias más incompatibles y adversas. En algún libro de biología leí que una semilla puede esperar 70 años para germinar, aguarda pacientemente que las condiciones sean las adecuadas para nacer. Las esporas, coincidentemente, tienen una estrategia de supervivencia similar. Las esporas son una de las formas en las que ciertos seres vivientes logran sobrevivir, se encapsulan, resisten las condiciones ambientales más desfavorables, pero cuando llega el momento, rompen su propia membrana, estallan, sobreviven. Dicha supervivencia puede trascender y transformarse en vida plena, vida que se reproduce.
La Madre Tierra todos los días nos da lecciones, tiene sus propias palabras, sus propios susurros. Creo que una de las lecciones que nos dan las semillas pacientes, las esporas, es que el autocuidado y el aguante nos mantienen a flote aun cuando nos encontramos en circunstancias, condiciones, ambientes y lugares que no nos quieren vivxs, que nos matan, que nos borran. Las esporas se protegen, se cuidan, esperan el momento de germinar, son vida esperando, son vida explotando, son vida floreciendo. La metáfora de la vida que espera para florecer resulta bellísima, demuestra que aun en el peor momento de la historia, en el más caótico y hostil, las semillas aún germinan, las flores brotan, las raíces se extienden.
A semejanza de un bosque que necesita de una diversidad de seres vivientes para lograr un balance simbiótico, las palabras de Valu, Marbella, Scarlet, Oscar, Jeriel y Mariana en este compendio logran dialogar en torno a problemas que nos lastiman, heridas abiertas y cicatrices que tenemos las personas que nacimos en ambientes adversos, y muchas veces, incompatibles con la vida. Hablar y escribir desde nuestrx ser negrx, ser migrante, ser mujer, ser trans, ser no binarie, ser empobrecidx, es nuestra resistencia, nuestro estruendo de vida. A través de sus voces diferentes, lxs autorxs en este fanzine lograron un diálogo en torno a las violencias que vivimos diariamente las personas afrodescendientes y racializadas en México: desde la banalización y fetichización de nuestra identidad por parte de funcionarios públicos que buscan puestos de poder a costa de la usurpación, el odio anti-negro y anti-migrante presente en la jornada electoral 2024 que pasó a traer nuestros derechos como ciudadanxs, la agenda del feminismo blanco hegémonico que no nos representa a todxs quienes somos oprimidos por el sistema patriarcal –además que este no es el único sistema de opresión que nos violenta, también existe el colonialismo, capitalismo, capacitismo y demás ismos–, hasta formas de violencia que castigan y cobran la vida, formas de necropolítica, aquel poder soberano de hacer (y dejar) morir –como lo acuñó Achille Mbembe– presente en los centros migratorios de este país que odia a lxs migrantes del Sur Global, e irónicamente, se odia así mismo.
Históricamente, escribir ha sido un trabajo intelectual reservado al hombre blanco burgués porque el racismo biologicista construyó la narrativa de que lo blanco es equivalente a ser inteligente, sensible, bello, bueno. A la vez que, lo no-blanco (lo negro, lo indio, lo árabe, lo aborigen), era equivalente a lo bruto, vulgar, grotesco, malo. Estas narrativas continúan presentes a pesar de que hablar de raza en pleno siglo XXI para muchxs parece una conversación anticuada ya que nos encontramos en la época del multiculturalismo, la tecnología y la universalidad de los derechos humanos, y los textos en esta publicación demuestran que el racismo sigue operando día a día.
Si bien la existencia de la raza como una categoría biológica ha sido desmentida por la comunidad científica de la biología y la genética, no cabe duda que la raza en la esfera social es real. La raza es un sistema político que nos marca al nacer, que inventa diferencias y jerarquías, que justifica la violencia, el saqueo y la opresión. Las personas negrxs que escribimos resistimos ante este sistema político que nos invisibiliza, nos lastima, nos mata, porque sí, el racismo mata. Las personas negrxs que escribimos plantamos semillas, y cuando llegue el momento adecuado, germinarán. Nuestras letras a la vez son frutos, porque nuestro sentipensar no es individual, es la luminiscencia de una vida vivida en comunidad, nuestras palabras son ecos. En Espora está presente la lucha viva, las voces que gritan, que exigen justicia y una vida digna. Esto para honrar a quienes hoy ya no están, para cuidar a quienes están por nacer, para cuidarnos entre los que ya estamos aquí. Nuestras voces son nuestras semillas, nuestra resistencia.
Angélica Aparicio Saavedra

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Angélica Aparicio Saavedra
(2000) Filósofa, investigadora y escritora afromexicana con la mitad de su corazón en el Golfo de México y la otra mitad en la Bahía de Acapulco.